La Electricidad ha venido siendo aprovechada como un servicio público desde hace casi un siglo y medio. En Costa Rica se iluminó San José en el año 1884. En términos generales, durante todo este tiempo, la electricidad evolucionó: se fue ampliando la cobertura eléctrica hasta convertirla prácticamente en un servicio público universal, sus fuentes de generación aumentaron y se diversificaron (hidroeléctrica, geotérmica, eólica, térmica, solar, e inclusive aprovechamiento de residuos) y la calidad del servicio se volvió más estable. En el caso de América Central, la Red SIEPAC, conecta la región desde Guatemala hasta Panamá permitiendo intercambios de energía que han generado oportunidades y beneficios en cuanto al suministro y costo de la electricidad.
La evolución de la electricidad está cambiando radicalmente, ya que la tecnología está permitiendo generar electricidad en los sitios de consumo (casas, comercios, industrias) mediante la instalación de paneles solares. Esto ha bajado el costo significativamente en la última década. Adicionalmente, el paradigma de no poder almacenar la electricidad en grandes cantidades se ha roto con la introducción de baterías de mayor tamaño y menor costo.
La electricidad generada en un sitio y luego transmitida a los sitios poblacionales para distribución sigue siendo el esquema predominante. Sin embargo, la tendencia de usuarios generando su propia electricidad (generación distribuida), viene en aumento. Actualmente en Costa Rica se discute que el límite de 15% de generación distribuida en cada circuito debe aumentarse.
Las implicaciones económicas de este cambio de paradigma son muy importantes. La mayoría de los costos de la electricidad son fijos, lo que quiere decir que, independientemente de la venta de electricidad, los costos permanecen igual. A nivel de distribución, el costo de instalación de las redes eléctricas es un costo que no varía en función de cuánta electricidad se esté vendiendo. La instalación de la red tiene un costo de inversión, que en su mayoría es fijo. Este costo debe ir pagándose durante el tiempo y adicionalmente, se debe sumar el mantenimiento de la red. En cuanto a la generación de electricidad, se realizan inversiones millonarias para instalar nuevas fuentes de generación, las cuales se pagan mediante financiamientos que las empresas eléctricas solicitan. En Costa Rica, la capacidad instalada en energías renovables, ha aumentado significativamente en la última década. Esto ha permito tener una generación anual renovable por encima del 98%. Sin embargo, eso ha implicado una inversión de más de 2.500 millones de dólares en nuevos proyectos eólicos, hidroeléctricos y geotérmicos, financiados por al menos los próximos quince años, con lo que existe un costo fijo independientemente de las ventas de electricidad. El aumento de generación distribuida conlleva menores compras de energía por parte de algunos usuarios, y esto implica que los costos fijos deben distribuirse -recargarse- entre el resto de usuarios y resulta en un aumento de tarifas. Es de allí que proviene el interés de prestar atención regulatoria a esta situación.
Cuando se tiene un servicio con un componente de costos fijos tan alto, la clave es verlo como una oportunidad mediante la cual se puede incentivar un mayor consumo del servicio, dado que al aumentar la demanda y mantenerse los mismos costos, se pueden ir generando economías de escala, que se traducen en mejores tarifas para los usuarios. Es necesario invertir la tendencia de que los costos fijos encarezcan el precio de la electricidad, para crear esquemas flexibles en las tarifas que permitan incentivar el aumento de la demanda de electricidad por parte de los usuarios.
La tecnología está creando ese cambio de paradigma en el consumo de electricidad mediante la generación distribuida, pero la tecnología también trae la solución para mantener y aumentar el consumo de electricidad de las inversiones ya realizadas, puesto que la irrupción de los vehículos eléctricos viene en aumento y va a implicar un incremento significativo del consumo de electricidad. Si en los próximos cinco años la flota vehicular eléctrica en nuestros países pasa de cientos a miles, la demanda eléctrica no sólo permitirá seguir cubriendo los costos actuales, sino que también podrá requerir nuevas inversiones, logrando que el mercado de electricidad en el mundo y en Centroamérica crezca.